María Alexandra Medina Hernández
En la moderna sociedad occidental, disociada de la naturaleza, la comodidad de lo desechable ha profundizado la comodidad del no saber y no sentir: no saber de dónde vienen los recursos que son necesarios para reproducir nuestra existencia y no sentir ni empatía ni conexión con las necesidades que este ciclo de explotaciones provoca.
Nos enseñaron un modelo de desarrollo que se basa en la extracción y transformación de materiales para mejorar nuestras vidas que va acompañado de un modelo de disposición de desechos y residuos que sirve para ocultar las consecuencias de este sistema de producción. Un modelo lineal de extracción-uso-desecho. En medio de este proceso, no solo nos instauraron un deseo desmedido de consumo como sinónimo de desarrollo, sino que nos enseñaron que esto trae una serie de externalidades, de consecuencias que, deseadas o no, son un “mal necesario” y, por ello, solo se puede aspirar a tener soluciones a medias: zonas demarcadas como botaderos, rellenos o vertederos instaladas en las zonas de la periferia y administrados por empresas privadas. Un modelo perfecto, producir-consumir-desechar. ¿Perfecto para quién?
Nos acostumbramos a caminar por aceras donde los paquetes de plástico, latas, botellas conviven con zacate, árboles, ardillas y aves. Vivimos en barrios donde, por lo menos una vez a la semana, las esquinas se transforman en montañas con bolsas negras llenas de materias en descomposición que escurren líquidos y expelen olores. Al final, todo desaparecerá cuando pase el camión de la basura y será el problema de otro. ¿Alguien sabe quién es ese otro? Vemos que sacan toneladas de alimentos en descomposición de los supermercados que van directo a los rellenos sanitarios y vertederos. Sacamos paquetes, latas, cajas de todos los materiales y colores para poder preparar nuestros alimentos. Nos vestimos con poliéster y convivimos con cientos de implementos producidos con materiales creados por la industria humana. Lo que sobre, lo que se dañe, lo que no nos guste más… va para el basurero. ¿Dónde queda ese basurero?
Disculpe si al leer esto siente que le señalo e implico en el comportamiento de la mayoría. Tal vez usted tiene la sensibilidad ambiental más presente en su vida y hace parte del grupo de ciudadanos/as que, si tiene tiempo y ganas, separa los residuos para llevarlos al centro de acopio o sacarlo el día que pasa el camión de reciclaje; se une a campañas de limpieza en ríos, barrios y playas; realiza algún tipo de compostaje en su hogar; consume moda sostenible, compra a granel o practica comercio justo. ¿Se ha convertido en un privilegio el tener tiempo y los conocimientos para participar de la separación, el compostaje y las labores comunitarias de limpieza?
Seamos claras y claros, si hay una crisis en el manejo de desechos de la GAM y de otras áreas del país, no es porque seamos una sociedad con la suficiente sensibilidad ambiental, ni porque tengamos una institucionalidad estatal coherente con la defensa de un ambiente sano y ecológicamente equilibrado. Por una parte, pareciera que este tema no moviliza a la mayoría de la población, pues según la OCDE (2025) el 80% de lo depositado en los rellenos sanitarios proviene de los hogares, siendo que solo cerca del 10% de los valorizables son recuperados. Por otra parte, a pesar de las leyes, los planes nacionales y municipales, así como del conocimiento desde hace décadas de la existencia de alternativas científicas y técnicas probadas, la institucionalidad sigue defendiendo la creación de más rellenos sanitarios en vez de promover otros modelos de producción, consumo y rescate de valorizables que reduzcan las emisiones de gases efecto invernadero y disminuyan la dependencia a estos modelos anticuados de disposición de desechos. ¿Por qué la sensibilidad y la responsabilidad ambiental pareciera eludir a la mayoría, incluso a las autoridades estatales?
Son usuales y ya poco sorprendentes las noticias: se encontró micro plástico en el cuerpo humano; se encontró plástico en el fondo del mar; montañas de ropa sin uso en el desierto de Atacama. Una de las noticias que ha circulado por años y parece no sorprender al público general: El país ya no tiene dónde poner sus desechos. Esto implica que, por una parte, se ha ejecutado o está por ejecutarse el cierre técnico de algunos rellenos sanitarios (como Los Pinos en Cartago; El Huazo en Desamparados; Uruka en La Carpio) mientras que otros rellenos que aún tienen vida útil (Miramar de Puntarenas) se empiezan a ver presionados por recibir diariamente más toneladas de desechos desde diferentes municipalidades del país profundizando la afectación que ya viven las comunidades cercanas y de tránsito.
A partir de las denuncias de estas comunidades afectadas por el mal manejo de desechos que tiene el país, ya es de conocimiento público lo inoperantes e ineficientes que han sido tanto las empresas encargadas de administrar estos sistemas de desecho, como los gobiernos de turno, SETENA, el Ministerio de Salud e IFAM, no solo para cumplir con los planes de gestión y manejo integral de residuos que se plantearon cuando se construyeron estos rellenos, sino también, para generar alternativas y responder a las denuncias y necesidades de las personas afectadas por estos proyectos.
¿Ha generado esta noticia y coyuntura algún shock o transformación en la cultura ciudadana, municipal y empresarial en el manejo de sus desechos? Pareciera que no lo suficiente. La disociación nos atraviesa tanto que no nos interesa si tienen que contaminar fuentes de agua, zonas boscosas y comunidades a las que se supone que no pertenecemos con tal de defender nuestro derecho individual al consumo insostenible (ojo acá, todas y todos estamos en el mismo planeta) ¿Qué propone el gobierno actual? ¿Qué proponen las empresas que han lucrado los últimos 25 años con este sistema de producción de residuos y manejo irregular de desechos? Presionar a las comunidades de Turrúcares (Alajuela), Montes de Oro, (Puntarenas), Cordel de Mora (San José), Salamá de Osa (Puntarenas), para que se coloquen más rellenos sanitarios destruyendo fauna, flora, fuentes hídricas, generando presión en zona de riesgo de deslizamientos, aumentando la contaminación hídrica, auditiva y del aire. Nada de esto cambia el problema de raíz, los desechos se acumularán hasta agotar la vida útil de estos sitios de muerte ¿Y luego qué? ¿Otro relleno? ¿Cuál comunidad se ganará la rifa?
Estas comunidades protestan porque su seguridad ha sido amenazada o se ve amenazada, hay riesgo real de afectación a sus territorios, a su calidad de vida, al cotidiano que han construido en sus comunidades. Estas comunidades protestan porque las instituciones que deben protegerles y proteger el territorio nacional, como SETENA, Ministerio de Salud, MINAE, municipalidades, no están trabajando para ello, sino para proteger intereses privados que siguen poniendo en riesgo la salud de las personas y de los ecosistemas. Estas comunidades protestan porque ya no hay duda de que los rellenos sanitarios no son gestionados de manera sostenible y responsable, han dejado suficientes antecedentes sobre malas gestiones. Es claro el motivo de descontento, en las comunidades donde llega un relleno sanitario los impactos son permanentes y no hay forma de revertirlos.
Vivimos en un mundo polifónico, donde cada quien quiere empujar más y más sus propias libertades, lo que consecuentemente lleva a una polarización cada vez más aguda, donde cada persona queda a su suerte en la generación de respuestas a sus necesidades e inquietudes. Nos disociamos para sobrevivir, sin darnos cuenta que los peligros, los miedos, la incertidumbre de unos, otras y nuestros son semejantes. De estas dinámicas individualizadoras se aprovechan representantes gubernamentales y empresariales quienes señalan e incluso denuncian internacionalmente como responsables por la crisis pública de residuos a los grupos de vecinos/as organizados/as quienes, ejerciendo su derecho a la participación ciudadana demandan justicia ambiental; se oponen y argumentan con claridad política, técnica y legal las deficiencias, contradicciones y manifestaciones de corrupción que hay detrás de estos establecimientos.
Del otro lado estamos quienes conformamos parte de la ciudadanía “lejana” a la situación, podemos sentir impotencia y temor al ver el panorama y no tener idea de cuál es nuestro margen de acción. Habrá quienes se unan al abucheo sin sentido que han promovido contra las comunidades, no obstante, considero que ante la desconexión y desesperanza aprendida hay una mejor alternativa: la posibilidad de reconstruir la solidaridad aun cuando sea desde la distancia, no solo desde el eco de la denuncia, sino también desde la transformación de hábitos, pues aun cambiando una acción insostenible en sostenible se puede tener un gran impacto para que las comunidades con rellenos sanitarios y vertederos tengan menos desechos en sus patios traseros, así como eligiendo representantes que respeten tanto la participación ciudadana, como la información científica, técnica y política, que ya existe sobre la gestión de residuos y que generen opciones sostenibles reales para que la totalidad de la ciudadanía se involucre en procesos que lleven a un modelo donde sea posible cerrar el ciclo. ¿Cuál de las próximas candidaturas hará posible que transitemos a un esquema circular optimizando el uso de los recursos y extendiendo su vida útil?
Referencias
Bauman, Zygmunt. 2001. En busca de la política. https://redmovimientos.mx/wp-content/uploads/2020/08/En-busca-de-la-pol%C3%ADtica.pdf.
González Pandiella, Alberto, Alessandro Maravalle, Mónica Quinzá Armenta, Gemma Martínez, y Laura Fortin. 2025. Estudios económicos de la OCDE: Costa Rica 2025. PDF. Editado por Aida Caldera Sánchez. OECD Economic Surveys: Costa Rica 2025. Reprint, OECD Publishing, 2025. https://doi.org/10.1787/e6d0420b-es.
Instituto de Fomento y Asesoría Municipal. 2025. «Indicadores Cantonales De Gestión Integral De Residuos 2023-2024». Departamento de Gestión de Fortalecimiento Municipal. https://www.ifam.go.cr/FrontEnd/nuestrosservicios/innovacion_desarrollo/detalle/4092/74.
kioscosambientales. 26 de agosto de 2025. «Primer Foro: “Territorios de Sacrificio y Resistencia A la Bazurización”» https://www.youtube.com/watch?v=ZEkRB2RCRqQ.
———. 26 de agosto de 2025. «Segundo Foro: “Territorios Amenazados Por la Bazurización”» https://www.youtube.com/watch?v=yS_rztDoXUU.
———. 19 de septiembre de 2025. «Tercer Foros Sobre Alternativas A los Territorios En Afectados y Amenazados Por la Bazurización.» https://www.youtube.com/watch?v=EaVaamCjH-c.
Ministerio de Salud de Costa Rica. 2022. «Material de Referencia Para la Actualización de la Política Nacional de Gestión Integral de Residuos 2022-2032» https://www.ministeriodesalud.go.cr/separayvenceras/img/Linea-base-GIR-Taller-6-de-diciembre%202022.pdf.
Silvia, Soto Córdoba. 2019. «Gestión de los Residuos Sólidos En Costa Rica» https://repositorio.conare.ac.cr/items/cde4c48e-3f65-491f-aa78-a919f4eb7283.
Lic. César Moya Aburto
Mayor Pablo Sivas Sivas
“No, no podrán, silenciar nunca más
Canto brörán por la libertad”
Wilson Arroyo
Pablo es un indígena brörán que vive en Térraba, en la tierra recuperada Crun Shurin, trabaja la tierra, cuida sus cerdos, es un líder indígena de larga trayectoria, además es investigador comunitario en la Universidad Estatal a Distancia. Su amor por su pueblo y su cultura viene desde muy niño cuando crecía en Térraba con su mamá y su bisabuela, grandes figuras de su vida, según él lo relata.
En su expresión serena pero firme, se resguardan más de cuarenta años de lucha por los derechos de los pueblos indígenas, por la defensa de su cultura e identidad, por la protección de la naturaleza que conforma las tierras cercanas del Di Cri (río Térraba), y en general por demostrar que los pueblos indígenas en Costa Rica existen y son sujetos de derechos nacional e internacionalmente reconocidos.
En la década de 1980, junto con un grupo de hombres y mujeres de los territorios de Térraba, Boruca y Yimba Caj, al enterarse que había intenciones de sacar grandes cantidades de madera de la zona, deciden intervenir y bloquear el camino para impedir la extracción. Ante esta protesta el grupo de indígenas es arrestado y terminan en la cárcel de Pérez Zeledón.
Para 1990, a pesar de no ser un indígena ngäbe, impulsa y respalda, junto con otros liderazgos indígenas, la lucha por la obtención de la cédula y el reconocimiento de ciertos derechos que eran negados por ser considerados como extranjeros.
En 2010, junto a un grupo de lideresas y líderes indígenas de distintos territorios, solicitaban se votara el proyecto de ley de desarrollo autónomo, luego de la conferencia y de mantenerse en el salón de beneméritos de la patria como acción de presión, fueron desalojados en horas de la madrugada. Ante estos hechos este grupo toma la determinación de realizar el ejercicio de sus derechos como pueblos originarios desde sus propios territorios. A partir de aquí las recuperaciones de tierra/territorio toman relevancia como una forma efectiva de volver a las tierras de sus ancestros.
Esta historia de lucha por los derechos de los pueblos indígenas en Costa Rica es ejemplar y destaca por su trayectoria particular, sin embargo, así como Pablo existen muchas personas indígenas que dan su mejor esfuerzo por mejorar las condiciones de vida de sus pueblos, que luchan trabajando la tierra y sosteniendo a sus familias, que deben estar constantemente visitando los juzgados para presentar denuncias ante hechos de violencia.
Generalmente homenajeamos a las personas que queremos, o que consideramos, han dado algún aporte significativo durante su trayectoria de vida, estos espacios de conmemoración, usualmente, se realizan cuando ya la persona no nos acompaña en vida, cuando ya se ha ido, y no hubo tiempo de reconocer las contribuciones, el legado y el ejemplo que ha dado a los demás. Sirva este espacio para hacer un pequeñísimo homenaje al líder indígena brörán Pablo Sivas Sivas y a visibilizar una pincelada de su historia personal, tal cual me la contó, y que explica mucho del Pablo de hoy. Sirvan las palabras que a continuación este Mayor indígena nos comparte, para ver en estas la historia reflejada de muchos bribris, cabécares, ngäbes, bruncas, malekus, chorotegas, brörán y huetares.
Pablo Sibar desde su propia voz
Voy a contarte un poco mi trayectoria. Bueno, yo nací en 1956, según la cédula, el 6 de enero de 1956, según los datos de mi mamá, 26 de enero de 1956, y bueno, nací en el territorio brörán, un territorio que estaban solo los indígenas, no había carreteras, no había pulperías, no había, o sea, todo lo que comíamos, lo producíamos.
En Térraba los curas hacían y deshacían con el territorio, por ejemplo, mi apellido, mi mamá es Manuela Sivas Nájera, bueno, Sibar Nájera, cuando a mí me inscriben, el cura me puso Sivas Sivas, y entonces, bueno, el cura realmente me pone Sivas Sivas, y por eso yo soy Sivas Sivas, conocido como Sibar Sibar.
Me crecí y a los siete, bueno, cuando nací, antes de cumplir el año, dice que me bautizaron y me confirmaron de una vez. Yo hice la primera comunión, cuando crecía, el pueblo Térraba era totalmente católico, un pueblo construido por los franciscanos, que eran los que daban todas las órdenes, pero ya cuando yo me crecía, ya los franciscanos no estaban, ya los habían echado.
Contaba mi bisabuela que los jóvenes térrabas o bröran echaron los franciscanos. Yo fuí un niño que teníamos comida, lo que no había en la comunidad era la ropa. La ropa era difícil de encontrar. Yo me recuerdo que yo iba a la escuela descalzo, con unos pantalones grandes, con camisas de sacos de manta, antes la harina salía en sacos de manta. Entonces esas eran las camisas que me hacían y ahí comencé a crecer.
Me puse el primer zapato a los 13 años y un pantalón largo. Pero siempre fui como muy activo. Me gustó mucho jugar bola, jugábamos trompo, jugábamos bolinchas, pero más que todo el trompo y bola, nosotros mismos fabricábamos los trompos. Y ese era como el juego de la comunidad, cultivando con mi bisabuela, sembrando arroz, frijoles, maíz, plátanos, yuca, bananos, o sea, todo eso. Mi bisabuela tenía una finca muy grande y entonces ahí trabajábamos.
Yo siempre miré la tierra como un bien natural, o sea, nunca, nunca ambicioné tener tierras, verdad, o sea, mi bisabuela me ofreció tierra, yo le dije que no. Varias veces, unos lotes le dije que no. Y de muy chiquitillo ya yo trabajaba. Y joven, muy joven, 13, 14 años viajé a Puerto Jiménez, trabajé un año en Puerto Jiménez, allá volando cuchillo. Y luego regresé a Térraba. Luego me fui con mi papá para un lugar que llamaba Matapalo de Aguirre. Dos bocas de Aguirre, exactamente. Un lugar bastante retirado, allá estuve, ahí hice mi primera familia. Luego regreso a Térraba.
Trabajé un año y dos meses en Pindeco y renuncio y entro a la lucha. Ya en los ochenta entonces ya comencé todo el proceso que se viene y ahí, pero poco mi niñez fue un niño contento, un niño feliz. En la escuela me sentía un poco marginado por andar descalzo algunos de mis compañeros andaban zapato, pantalón largo, y entonces yo me sentía un poco triste en primer grado, pero tuve un maestro Hernán Méndez se llamó ese maestro, muy bueno, y ese maestro conversó conmigo y me preguntó, que por qué estaba triste, yo le dije que no, que yo no estaba triste, entonces me dijo que sí, que estaba triste y me dice, yo sé por qué está triste, porque usa esas camisas de manta, usas ese pantalón grande, no tienes zapatos, pero me dijo algo que caló en mi vida.
Me dijo, que uno era importante, no por lo que tenía por fuera, sino como era uno por dentro. Entonces me dijo, usted tiene una familia que, mire, usted viene bien bañadito, sus orejas están limpias, usted no tiene piojos, mientras que mucho de esos niños que andan en zapato y pantalón largo, tienen el oído sucio y están con piojos.
Bueno, entonces me dijo eso. Me dijo que la importancia de la vida era como uno era por dentro, que el resto salía sobrando. Y yo creo, en mi vida, eso caló muchísimo. Y ahí aprendí que no importa, si ando descalzo, si ando con botas, si ando con buen par de zapatos o un pantalón.
Y aprendí eso, aprendí en mi vida a ser un luchador, a ser un defensor de nuestra causa bajo principios de lucha y de derechos. Desde muy pequeño, fui activo, haciendo turnos, haciendo ferias, jugando fútbol, caminando, brincando, saltando, nadar. Considero un niño que fui alegre, aprendí a silbar, aprendí a gritar.
Me gustó mucho nadar, cruzar. Hacíamos competencias con mis compañeros, cuál cruzaba más veces el río Térraba nadando, por ejemplo. Y era bonito. Era un ambiente muy sano, ese río era una belleza, un río que daba comida, que daba de todo, porque había mucho pescado, muchos camarones, mucha variedad de animales que estaban ahí en ese río y que nos servían para nuestra alimentación.
Entonces, yo fui crecido con mi bisabuela, una mujer sabia, muy sabia realmente, no sabía leer ni escribir, pero me decía, me dijo cosas que calaron en mi vida, como que el agua se iba a terminar, como que no iba a ver agua, que iban a tener que comprar el agua y yo nunca le creí. Sin embargo, por ahora trato de no comprar agua, en lo menos posible, porque cada vez me recuerdo de ella como una mujer que no sabía leer ni escribir, podía tener esta condición de decir que el agua se iba a terminar e iban a tener que comprarla para tomarla.
Me gustó andar en la montaña, me gustó compartir en las pozas, comíamos muchas frutas de la montaña como el ojoche, comíamos, había mucho pataste que es un árbol de la montaña que se hace cacao, muy rico. Y así sucesivamente eran un grupo de jóvenes grandes, muchos fuimos a la cárcel en el 85 por la madera y desde ahí pues trabajamos, esos espacios de mis compañeros que estuvimos a la cárcel realmente son muy pocos los que quedaron en la lucha.
Pero bueno, aquí estamos y aquí hemos seguido con esa gran oportunidad, creo que tuve muchas oportunidades he tenido muy buenos amigos y también hay personas que no están de acuerdo en mi lucha y son contrarios a la espiritualidad indígena, que es muy importante para mí, y que hoy día la dominación ha sido tan grande que ha sido desplazada por las distintas religiones.
Aprendí a que había que trabajar para vivir, mi abuelita me enseñó esos principios, lo ajeno es lo ajeno y lo di uno es lo di uno, y también me enseñó que había que defender lo di uno y yo creo que desde ahí está mi espíritu de lucha, mi espíritu de esperanza y que realmente en algún momento se puede cambiar y que los pueblos indígenas podamos ser diferentes.
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