M.Sc. Julio Solís Moreira

El principio de las oportunidades vitales busca la reducción de las brechas entre las personas, al reconocer sus distintas condiciones de vida y ampliar sus posibilidades para superar los obstáculos que les impiden alcanzar el bienestar y la calidad de vida. Se destaca, en este enfoque, que al nacer las personas se asemejan en muchos aspectos, pero con el tiempo se marcan diferencias según las características de la persona, el entorno, la familia y la protección estatal. Si se toma en cuenta lo anterior, es fundamental equilibrar tales condiciones, mediante oportunidades vitales desde la infancia para una vida digna y productiva.

Las oportunidades vitales permiten a las personas desarrollar sus capacidades y potencialidades, así como ejercer sus derechos y deberes. Para lograr lo anterior, a través del tiempo se deben garantizar opciones y servicios sociales, económicos y culturales, los cuales deben estar enfocados en desarrollar personas capaces de tomar elecciones orientadas a una vida libre, así como superar situaciones de privación.

Lamentablemente, en Costa Rica aún hay muchos datos preocupantes que amenazan el futuro de la población. Según la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) al 2022 el grupo de edad entre los 0 y 14 años alcanza casi un 40% de la niñez en pobreza, además de esto, según el Estado de la Educación en cuanto a los servicios educativos, desde los 5 años a los 15 años hay mayor porcentaje de población en riesgo de pobreza por la exclusión educativa particularmente en las zonas rurales y en el grupo de mujeres. Al observar el Índice de Pobreza Multidimensional de la Enaho 2022, se evidencia que los hogares con personas entre los 0 y los 14 años presentan un bajo desarrollo del capital humano. En estos hogares, el 34,45% tiene bajos niveles educativos en promedio. Si se consideran esos datos, se puede reafirmar que la falta o privación de oportunidades vitales, en efecto, enfrenta a las personas a situaciones que difícilmente se pueden superar sin un soporte institucional y comunal.

De la misma forma, para crear oportunidades vitales, es necesario fortalecer las ligaduras y los vínculos sociales entre las personas y los actores al fomentar una responsabilidad compartida desde el nivel local y territorial, con municipios que escuchen las necesidades y demandas, hasta el nivel nacional con un Estado que brinde servicios orientados a las personas. De la misma forma, se debe promover el rol de la comunidad (el apoyo mutuo) y el asociacionismo en conjunto con el sector privado y, de esta manera, asumir procesos de corresponsabilidad desde la sociedad civil.

El rol de los actores es fundamental para brindar asistencia, pero también es importante el desarrollo de herramientas que potencien la capacidad de las personas en un contexto globalizado, donde se requieren herramientas tecnológicas y virtuales para mejorar la información y habilidades de las personas. La creación de páginas con información accesible sobre empleo (bancos de empleo), citas médicas, digitalización de la banca (aumento de la bancarización) y servicios de cuidado infantil, entre otros, pueden mejorar las capacidades de las personas y ser especialmente útiles para aquellos que viven en situaciones de pobreza y necesitan más oportunidades para mejorar sus condiciones de vida.

En resumen, para asegurar un futuro digno a las y los costarricenses, es esencial generar oportunidades vitales para toda la ciudadanía, así como equilibrar las condiciones sociales desde el momento del nacimiento. Esto debe ir acompañado de un trabajo conjunto entre los diferentes agentes sociales, que promueva la corresponsabilidad y los vínculos sociales. Solo de esta manera podremos construir una sociedad en la que todas las personas tengan la posibilidad de desarrollar su potencial.