Licda. Natalia Dobles Trejos
La siguiente reflexión nace a partir de un diálogo que sostuve para la Revista Rupturas sobre la metodología de mi investigación y la experiencia comunitaria durante el trabajo de campo.
Si bien, mi objeto de investigación se concentró en analizar los alcances y limitaciones de una buena práctica de cuidados en una comunidad urbana, a partir del análisis de las experiencias de vida de las mujeres madres, lideresas comunitarias y las gestoras locales que las acompañan en la educación y atención integral de sus hijos/as; estas dinámicas de organización comunitaria de los cuidados no suceden de manera aislada y en una comunidad de lucha y resiliencia, como lo es la Gran Guararí, se agregan más actores comunitarios, entre ellos y no menos importantes, la población adulta mayor, testigo de las luchas por el acceso a condiciones dignas de vida durante todo este proceso histórico comunitario.
Es así, como dentro de esta dinámica comunitaria, diferentes actores, organizados por proyectos se acercan a mí y reflejan sus historias de vida. Conozco de cerca un grupo organizado de la comunidad donde participan desde abuelos y abuelas, hasta los nietos(as) para luchar por condiciones de atención al riesgo de sufrir violencia y vulnerabilización de derechos de la población adolescente e infantil.
Así me encuentro con don “José” y doña “Tina”, quienes en una de mis visitas a campo me facilitan un croquis donde se identifican las lideresas y los líderes comunitarios por zonas de esta comunidad y me confían su preciada sistematización.
Don José y doña Tina, compañeros de vida, son dos adultos mayores de la comunidad que han liderado históricamente, procesos de resiliencia comunitaria y ambos, coordinan una organización a la que denominan “Asociación en pro de la niñez y adolescencia de la Gran Guararí”.
Tuve la oportunidad de reunirme con ellos, sus familias y personas vecinas para que me compartieran lo que querían lograr con esta iniciativa; así que tuve la dicha de ser acogida en su casa, envuelta en un calor humano, mientras recopilaba sus inquietudes para guiarlos en este espacio.
Ellos convirtieron su hogar en confianza y así me permitieron apoyarles un poco más. Esta experiencia me hizo reflexionar mucho sobre los papeles que juegan las personas adultas mayores en los espacios comunitarios y por eso, es imprescindible destacarlo como símbolo de la experiencia acumulada por los años y las luchas a favor de romper ciclos de violencia social para las nuevas generaciones.
Pude contemplar la dinámica comunitaria compleja, desde una perspectiva más integral, se me permitió se parte de ella y como tal, destaco que es una comunidad que tiene una cultura organizacional de los cuidados orientada al respeto de sus personas adultas mayores en los espacios públicos, lo cual debe acentuarse porque en la actualidad se está sesgando el trato de la persona adulta mayor con un enfoque biologista, incapaz de ver los contextos particulares de cada sitio cotidiano.
No obstante, no deja de ser una observación muy complicada porque los espacios de estas luchas comunitarias se vienen heredando de generación en generación por la desigualdad en acceso a derechos de vivienda digna, la estigmatización de la zona y los riesgos sociales, ambientales y económicos que ello conlleva para la población más joven.
Son las personas adultas mayores quienes alzan las voces por las nuevas generaciones, teniendo una escucha activa y admiración, lo cual no implica que preocupe su situación por el derecho al auto cuido y una jubilación digna. Por lo tanto, este análisis reflexivo no se agota en este espacio.