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Imagen de Tanya García Fonseca


M.Sc.Eva Carazo Vargas

En el Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo (CICDE) estamos cumpliendo 15 años, y decidimos dedicar el aniversario a pensar en las desigualdades: sus causas estructurales, el efecto que tienen sobre los tejidos sociales, las propuestas transformadoras que dan cuenta de otras posibilidades más justas y sustentables.

A mí el tema me recordó la imagen que ilustra este texto, y que básicamente dice que la igualdad implica asegurar a todas las personas las mismas condiciones y derechos, mientras que la equidad significa reconocer las diferentes características de cada quién y darle lo que necesita para disfrutar de los derechos en igualdad.

Porque la verdad es que tenemos puntos de partida diferentes: hay gente que apenas sobrevive en condiciones muy vulnerables mientras otra tiene una vida privilegiada, y esas diferencias no dependen solamente del esfuerzo y la iniciativa individual, sino que tienen que ver con determinadas formas de organización de la sociedad y de la economía. Porque en nuestra Costa Rica hoy no es igual ser mujer o ser hombre, ser o no migrante, ser mestiza o indígena o afrodescendiente, vivir en una ciudad o en el campo, tener o no un trabajo decente y un ingreso suficiente, ser una persona joven o una adulta mayor, heterosexual o sexualmente diversa, vivir o no con una discapacidad, tener o no asegurada una vivienda digna y una alimentación diaria…

Entonces, no es justo tratar como iguales a quienes son diferentes, deberíamos tratarles con equidad. Y, justamente, para poder tratar con equidad las diferencias hay que empezar por reconocerlas. Respetando en todos sus extremos las que implican diversidad, y atendiendo las que se convierten en desigualdades dolorosas e injustas.

Aquí les comparto algunos datos generales sobre esas desigualdades que deberíamos cambiar:

  • De acuerdo con el índice de Gini [1], que mide la diferencia de ingresos entre los sectores más ricos y más pobres de un país, Costa Rica ocupa el lugar 16 entre los más desiguales del mundo.
  • La última Encuesta Nacional de Hogares de 2024 [2] nos dice que la pobreza viene disminuyendo en el país, y sin embargo todavía:
    • El 20% de hogares más pobres en el país tiene un ingreso mensual promedio de 258.789 colones, que representan el 4,6% de los ingresos de todos los hogares. Por su parte, el 20% de hogares más ricos ingresa mensualmente el 48% del total, con un promedio de 2.692.352 colones por hogar.
    • El ingreso promedio en los hogares rurales es un 37,2% menor que en los urbanos.
    • Si entendemos la pobreza como insuficiencia de ingresos1, se consideran pobres el 16,4% de los hogares urbanos y el 22,1% de los rurales. Un 4% de los hogares urbanos y un 6,7% de los rurales viven en pobreza extrema.
    • La Región Central tiene el menor porcentaje de hogares pobres (12,8%), mientras que la mayoría se encuentran en la Región Brunca (30,6%) y en la Huetar Caribe (27,3%).
    • Entendiendo la pobreza de una forma multidimensional, encontramos en la zona urbana un 7,3% de hogares y un 10% de personas pobres, frente a un 17,4% de hogares y un 21,1% de personas pobres en las áreas rurales.

Los hogares en pobreza multidimensional viven privaciones en al menos cuatro de las siguientes dimensiones, o en cuatro indicadores de una misma dimensión:

Educación: No asistencia a educación formal, rezago educativo, sin bachillerato, bajo desarrollo de capital humano.

Vivienda e internet: Mal estado del techo, piso o paredes exteriores, hacinamiento, sin uso de internet.

Salud: Sin seguro de salud, sin servicio de agua, sin eliminación de excretas o de basura.

Trabajo: Desempleo de larga duración o personas desalentadas que dejan de buscar trabajo, incumplimiento de derechos laborales como el salario mínimo u otros, empleo independiente informal.

Protección social: Primera infancia sin cuido, personas adultas mayores sin pensión, personas con discapacidad sin transferencias, gente que no trabaja por obligaciones familiares.

    • El índice de pobreza multidimensional (incidencia + intensidad) es de 1,8 en la zona urbana y de 4,6 en la rural, el más bajo está en la Región Central con 1,6, y los más altos en las regiones Huetar Caribe (5) y Huetar Norte (5,7).
    • Un 48,1% de los hogares pobres están encabezados por mujeres, frente a un 41,5% de los que no están en situación de pobreza.
    • La tasa de desempleo abierto entre las personas en pobreza es de 18,6%, y de 4,7% entre las personas que no están en situación de pobreza.
    • Entre quienes trabajan, un 86,8% de las personas pobres lo hace en el sector informal, frente a un 31,5% de quienes no están en pobreza.
    • Entre las personas pobres que trabajan, casi una cuarta parte (24,3%) recibe menos que el salario mínimo, y casi a la mitad (46,1%) se les incumplen otros derechos laborales.
    • Por cada 100 personas no pobres que trabajan hay 100 personas que dependen de ellas, mientras que por cada 100 personas pobres trabajando hay 278 personas dependientes de sus ingresos.
  • La CEPAL [3] nos facilita diferenciar la mirada por sexo. Por ejemplo, resalta que en Costa Rica las mujeres y los hombres dedicamos un tiempo total muy parecido a trabajar (de forma remunerada y no remunerada), con 53,8 y 54,9 horas semanales respectivamente, sin embargo, las mujeres dedicamos al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado un 20,1% de ese tiempo, y los hombres apenas un 9,6%. Además:
    • El 70,8% de las trabajadoras domésticas remuneradas en hogares no cotizan ni están afiliadas a la seguridad social.
    • Por cada 100 hombres que viven en pobreza, hay 121 mujeres en la misma situación. En pobreza extrema, hay 125 mujeres por cada 100 hombres.
    • Un 51,9% de las mujeres y un 25,4% de los hombres mayores de 15 años en el quintil más pobre de la población no tienen ingresos propios. En el quintil más rico, esto ocurre para el 16,6% de las mujeres y el 3,6% de los hombres.
    • La tasa de participación en el mercado laboral es de 27,9% para las mujeres y 59,4% para los hombres en el quintil más pobre. En el más rico, es de 55,5% para las mujeres y 72% para los hombres.
  • La ENAHO 2024 [4] indica también que un 87,9% de las viviendas urbanas tienen acceso a internet, en su mayoría por cable coaxial o fibra óptica. En las zonas rurales solamente un 79% de las viviendas tienen acceso a internet, mayoritariamente a través de dispositivos móviles.
  • De acuerdo con el último censo agropecuario [5], de 2014, el 61% de las fincas existentes en ese momento eran pequeñitas, de menos de 10 hectáreas, y abarcaban en total un 7,5% de la tierra de uso agropecuario, mientras que el 60% de la tierra estaba en manos de menos de un 5% de las fincas, mayores a 100 hectáreas.

Además de las desigualdades económicas y territoriales, tenemos que poner atención también a otras que igualmente significan límites al bienestar y reconocimiento pleno de derechos de las personas… Por características étnicas, culturales, por país de origen o condición migratoria, por identidad u orientación sexual, y sin duda desigualdades de género, porque todavía vivimos en una sociedad machista y heteropatriarcal que subestima el valor del trabajo, el tiempo, la energía y la vida de las mujeres.

Un rol importante del Estado Social de Derecho en nuestro país ha sido tratar de equilibrar la cancha, de distribuir los apoyos que aparecen en la imagen, buscando la equidad en un marco de legitimidad democrática. Sin embargo, todavía estamos lejos de superar las desigualdades que nos fracturan, y será difícil hacerlo mientras sigamos teniendo gobiernos autoritarios con políticas sociales cada vez más debilitadas y desfinanciadas, que están desconectadas de las políticas económicas y que tratan inútilmente de sanar las heridas que deja el proyecto histórico neoliberal.

Ojalá estas letras te dejen más preguntas que respuestas, y nos acompañes a pensarlas en las actividades por los 15 años del CICDE.

Referencias:

[1] https://datos.bancomundial.org/indicador/SI.POV.GINI?locations=CR

[2] https://admin.inec.cr/sites/default/files/2024-10/reenaho2024.pdf.pdf

[3] https://oig.cepal.org/sites/default/files/2023_ficha_costa_rica_final.pdf

[4] https://inec.cr/estadisticas-fuentes/encuestas/encuesta-nacional-hogares

[5] https://inec.cr/estadisticas-fuentes/censos/censo-agropecuario-2014

[6] https://sites.google.com/view/15-aniversario-cicde/15-aniversario?authuser=0

1Según la ENAHO, un hogar se considera pobre cuando su ingreso per cápita está por debajo de la línea de pobreza (LP) definida por los bienes y servicios básicos para sobrevivir, o se considera en pobreza extrema cuando el ingreso per cápita es inferior a la canasta básica alimentaria.