“Si tu tienes una manzana y yo tengo una manzana e intercambiamos las manzanas, entonces tanto tú como yo seguiremos teniendo una manzana. Pero si tú tienes una idea y yo tengo una idea e intercambiamos ideas, entonces ambos tendremos dos ideas.” George Bernard Shaw.
La historia mundial nos muestra que los centros de conocimiento han ido cambiando a lo largo del tiempo. En los siglos VIII al XIV el conocimiento sobre matemáticas, astronomía, filosofía, medicina y derecho, estaba fuertemente concentrado por los árabes.
En el siglo XV, con las expediciones a América por parte de países como España, Italia y Portugal, el mundo árabe comienza a perder su centralidad, y ésta se desplaza hacia Europa. El mundo árabe pierde entonces su predominio como centro del conocimiento, al estar el conocimiento muy vinculado a las nuevas relaciones de poder: nuevas formas de acumulación de capital, la facilidad de comunicación, la posibilidad de acompañar los nuevos inventos, de poseer información, y de desarrollar grandes instituciones que lo reproduzcan, divulguen y socialicen. De esta forma, con el paso del tiempo, las universidades comienzan a posicionarse como los principales centros de conocimiento, y las revistas científicas y académicas comienzan a establecerse como el medio más eficiente para la divulgación de los nuevos conocimientos generados.
En nuestra sociedad “moderna”, bajo una lógica capitalista, el conocimiento ha ido pasando a manos de grandes empresas que dictan qué puede considerarse como conocimiento “válido”; siendo este aquel que cumpla con sus condiciones y estándares, y que además pague “cuotas de publicación” para ser aceptado. Entre estas empresas podemos destacar como ejemplo a Elsevier, quien además de ser la mayor editorial de libros de medicina y literatura científica del mundo, cuenta con más de 2500 revistas, es dueña de Scopus -uno de los principales índices científicos a nivel mundial-, y de Top Universities, -uno de los rankings universitarios más reconocidos-.
Estas empresas han convertido al conocimiento en una mercancía, teniendo márgenes de ganancia que superan al de compañías como Apple, Facebook y Google. Para publicar en sus revistas es necesario pagar los mal llamados APC o costos de publicación, que pueden llegar a superar los $9000, y para poder leerlas también hay que realizar pagos que rondan entre los $19 y $42 por artículo. De igual forma venden suscripciones a universidades para que estas les brinden acceso a sus estudiantes. Ademas, al estar basadas en el norte global, sus “estándares” y normativas dejan por fuera gran parte del conocimiento generado en regiones que les son periféricas, como América Latina y África.
En contraste a esta realidad, en América Latina la divulgación del conocimiento científico no está monopolizado por grandes empresas editoriales, y nuestras revistas suelen estar financiadas por fondos públicos y ligadas a nuestras universidades estatales. América Latina es la región del mundo más adelantada en la adopción de acceso abierto del conocimiento, y en el caso propio de Costa Rica, las más de 90 revistas científicas y académicas pertenecientes a las cinco universidades estatales han estado desde sus inicios en completa disponibilidad al público de manera gratuita, permitiendo a cualquier usuario leer, descargar, copiar, distribuir, buscar o usar con cualquier propósito legal; y todo esto sin incurrir jamás en ningún cobro a los autores.
Se debe apuntar a una universalidad del acceso al conocimiento, a su generación a través de la originalidad derivada de las realidades locales, y a no seguir las reglas de juego y los criterios de importancia o calidad fijados desde otras latitudes, sino más bien fijando los propios y actuando en consecuencia, y poniendo fin a la imitación de modelos concebidos en otras regiones.
Luis Rojas Herra
Mi posicionamiento como investigador académico abiertamente homosexual es que la academia debe ser un espacio para la producción y visibilidad de conocimiento no hegemónico con el objetivo de potencializar la práctica pedagógica horizontal como herramienta del cambio social. Estas herramientas deben ser accesibles para las personas con las que trabajamos los procesos de investigación y no para alimentar egos de la academia.
En este contexto de posicionamiento pedagógico militante y crítico, es el catalizador del proyecto de investigación: Cuerpos y territorios indómitos: cartografía disidente Josefina, cuyo proceso se guía desde el CICDE. En términos generales es un proyecto sobre espacio público y diversidad sexual que trata de incluir un enfoque decolonial y interseccional, en ese sentido es un proyectó critico de las mismas prácticas de producción de conocimiento que la academia valida. De ese mismo proceso crítico nace el carácter inter-trans-disciplinaria de la investigación.
Por esta forma de ser concebido es precisamente que utiliza herramientas y técnicas de investigación que no son tradicionales en ciencias sociales. El proyectó utiliza una metodología participativa afectiva y horizontal que incluye herramientas de investigación como la cartografía y la objetografía.
El eje transversal del proceso de investigación es el urbanismo Cuir o desde la perspectiva de la diversidad sexual. Que cuestiona también la forma de hemos venido gestionando nuestras ciudades, desde una lógica homogénea, funcional, heteronormativa y neoliberal propia del movimiento modernista capitalista y patriarcal. Ya que esta lógica construida como hegemónica es la causante de las mayores desigualdades en términos de justica espacial de nuestros centros urbanos.
Durante más de 4 años, hemos venido cartografiando los espacios gestionadxs por personas que se enuncien desde la disidencia por identidad y orientación sexual no hegemónica. Este grupo de ciudadanes sexualmente diverses se han agrupado en diversos colectivos para reclamar y acceder a bienes y servicios públicos de la ciudad, que son derechos inherentes para cualquier otro ciudadano de primera clase, pero que por su condición de ciudadanía de segunda clase o ciudadanía sexualmente diversa no ha podido acceder de manera equitativa.
Hasta el día de hoy y dentro del proceso de investigación hemxs desarrollado dos enfoques que son la guía principal para el desarrollo del proyecto:
Primero, conocer las iniciativas urbanas para acceder o garantizar el cumplimiento de los derechos de ciudadanes sexualmente diverses, conocides como LGBTIQ+.
Segundo, conocer los procesos participativos para el fortalecimiento de tejido social en comunidades vulnerabilizadas conocidas como LGBTIQ+.
Generar herramientas de autonomía y representatividad para la participación ciudadana de comunidades vulnerabilizadas conocidas como LGBTIQ+.
Al día de hoy contamos con diversos productos que pueden encontrar en publicados en distintos espacios de visibilidad tanto del ámbito formal (academia, museos, instituciones gubernamentales, galerías de arte) como del ámbito informal (agrupaciones de sociedad civil). Otorgándonos distintas distenciones en el recorrido por algunas de estas instituciones como el segundo lugar en investigación en la II Bienal centroamericana del Paisaje realizada en México en el 2016, segundo lugar en el II encuentro de mujeres ingenieras, arquitectas y agrimensoras 2015 y segundo lugar en el II encuentro de mujeres ingenieras, arquitectas y agrimensoras 2017 ambas actividades organizadas por el Colegio Federado de Ingeniaros Y arquitectos (CFIA).
Convencidos de que la producción de conocimiento debe replantear la forma en la que gestiona sus procesos hacia una manera más afectiva e inclusiva, muchos de nuestros productos entregables de los distintos procesos de investigación son alternativos o no tradicionales dentro de la Institucionalidad. De ahí nuestro interés de gestionar productos que permitan experimentar y construir nuevas narrativas para visibilizar problemáticas desde un enfoque de respeto y reivindicación para las personas de una minoría por identidad y orientación sexual.
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