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Patricia Oliva Barboza
¿Qué pasaría si en los diarios y revistas nacionales se publicaran los escritos diversos de Mariana Alpízar y los extractos de la poesía irreverente de Ronald Campos?, si las paredes de los restaurantes y tiendas de la ciudad se llenaran con cuadros de Alejandro Rámbar o de Susy Vargas, artista de gran trayectoria con cantidad de colecciones sobre/de/para mujeres.
Si en los carteles que a diario observamos en el espacio urbano, cuando nos trasladamos en bus, en tren, en carro o caminando, disfrutáramos de la obra de la muralista y pintora Natalia Astúacas, o de la obra de Natalia Porras, también muralista, quien representa de forma hermosísima la ambigüedad a través de seres mitológicos. Por cierto, es una obra que ya se expuso en los muros de la Alianza Francesa en San José, pero debería mantenerse por más tiempo así como en otras paredes de la ciudad. ¿Qué pasaría si estos paisajes fueran parte de nuestra cotidianidad, de nuestro ir y venir cada día?
Si en las actividades en plazas públicas y en estadios estuvieran presente los performances poderosos de Andrea Gómez artista disidente o de Christopher Unpezverde Núñez, maravilloso artista de danza inclusiva que hoy nos representa en New York, a quien recibiríamos con una banda de niñez cuando viniera a presentar sus propuestas. Y si además en los actos cívicos de escuelas y colegios (por lo menos en ocasiones) tuviéramos representación artística con la oralidad poética de Jean Matarrita, poeta y artista de spoken Word, y ni hablar del impacto que serían las puestas en escena cargadas de denuncia de Andy Gamboa.
Según Balager, citando a Riu: "Nuestra cultura, y en consecuencia nuestra sociedad, sufre un síntoma psicológico que llamo yo, por primera vez, anormalofobia y esto es lo que hace que todas las personas de nuestra sociedad sean normalistas" (Riu en Balaguer 2009,99)*. Yo reconstruiría ese concepto como fobia a lo diferente, ya que lo anormal es una construcción. ¿Quién determina que es normal y que representa la alteridad? Aquello que se nos presenta como otredad debe percibirse como lo que es, parte de la cotidianidad.
¿Y si diéramos pasó al arte para que con su lenguaje único y movilizador nos exprese desde niñez: esa verdadera normalidad?
El fenómeno de desvalorizar un cuerpo diverso y distante al cuerpo entendido y supra-valorado como el centro de la humanidad, léase cuerpo masculino, ha repercutido en la invisibilización de otros. Desde luego la referencia es un cuerpo masculino hegemónico y privilegiado, reconociendo la interseccionalidad que también discrimina ciertos cuerpos masculinos.
Esta desvalorización ha sido atravesada por el acto de patologizar, es decir considerar a los otros cuerpos como enfermos, insanos, inferiores, incompletos y anormales, generando exclusión y agresión. En primer lugar, el cuerpo femenino ha sido históricamente desconocido y por ello mismo satanizado, así también otros cuerpos diversos que ajenos a la masculinidad hegemónica prácticamente se han ubicado fuera de la norma, en el exilio de lo humano, negando su existencia. Las expresiones y prácticas artísticas permiten visibilizar lo que se nos ha presentado como anormalidad. El arte es parte de esa revolución, aporta en la difusión de esa otra realidad multicolor e incluyente por medio de la cual reconocemos que la diversidad debe ser la norma y no la excepción.
*Balaguer, Asun Pié. 2009. Educació social. Revista d'intervenció socioeducativa, – Raco.Cat. Barcelona.93-103.
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Luis Alonso Rojas Herra
En la entrada anterior mencionamos la importancia para el proyecto de investigación: Cuerpos y territorios indómitos: cartografía disidente Josefina, cuyo proceso se guía desde el CICDE, de conocer las distintas iniciativas urbanas organizadas que existen en el país para acceder o garantizar el cumplimiento de los derechos de ciudadanía sexualmente diversa, conocida como LGBTIQ+, por sus siglas en ingles.
Para esta nueva entrada nos gustaría abordar de manera superficial las condiciones en la que surgen estas iniciativas organizadas, y la importancia de politizar la responsabilidad de las fuentes de financiamiento internacional en relación a estas iniciativas organizadas en el contexto político actual nacional, donde las elites políticas hegemónicas actuales ponen en riesgo o obstaculizan los procesos que estas iniciativas cuidadas han construido por décadas. Representando un posible retroceso en sus actuales líneas de trabajo y acción social que estos colectivos organizados vienen desarrollando.
Lo primero que debemos considerar es que la población sexualmente diversa nunca se ha encontrado en la misma condición de igualdad que el ciudadano hegemónico privilegiado, en términos de acceso y garantía de los derechos que pose de manera inherente cualquier ciudadano. A la ciudadanía sexualmente diversa se le ha negado históricamente el acceso a estos derechos y además deben ejercer ¨la ciudadanía¨ desde una lógica estructural Estatal que es binaria, dicotómica y jerárquica, características inherentes del sistema que imposibilitan, invalidan o niegan la garantía de estos derechos para este colectivo en particular.
Aun así, las pocas o reducidas iniciativas ciudadanas organizadas que se logran formalizar para ser reconocidas o validadas por la estructura Estatal se enfrentan a otros problemas también son de carácter estructural, uno de ellos es el financiamiento. En un contexto de economía nacional de corte liberal, como el actual, un financiamiento robusto propicia las condiciones ideales para que estas organizaciones puedan persistir en tiempo, ejecutar las acciones que proponen en sus planes de trabajo a corto y largo plazo, brindar condiciones laborales dignas a sus empleados sin ser explotados entre otros aspectos más igualmente relevantes.
En este contexto de economía liberal donde el Estado se encuentra sumamente endeudado y no dispone recursos económicos para este tipo de iniciativas ciudadanas, por lo que las organizaciones civiles se ven cada vez más presionadas a formalizarse para poder solicitar financiamiento internacional. Con este panorama y contexto político actual la discusión que se debería estar dando es en entorno a la responsabilidad que estos actores financieros tienen en relación a la incidencia que los grupos beneficiados por el financiamiento pueden ejercer para cambiar de manera estructural aquellas condiciones actuales que producen discriminación y violencia estructural y Estatal hacia la ciudadanía sexualmente diversa.
En el modelo actual las figuras jurídicas que existen para acceder a esos fondos internacionales, imposibilitan la autonomía financiera de los recursos de parte de las organizaciones civiles que compiten entre ellas por adjudicarse ese financiamiento. Una de las principales circunstancias que generan este vacío jurídico es la ausencia de personas que representen estos colectivos a la hora de pensar, gestionar y aplicar reformas a los instrumentos jurídicos que ya existen, por un lado. Y la ausencia de recursos humanos, materiales y financieros para la creación de nuevos instrumentos jurídicos por otro lado.
En este contexto que trato de presentarles de manera generalizada de cómo trabajan las organizaciones civiles actualmente desde un aspecto en particular: el financiamiento. También debemos incluir en esta lectura, la condición en que estas organizaciones quedan sin el respaldo, validez o garantía de sus obligaciones como organización civil ante un gobierno abiertamente homofóbico, misógino y fundamentalista como el actual.
Un gobierno liderado por personas en puestos jerárquicos de poder político que niegan e invisibiliza por distintos discursos y acciones la urgencia y necesidad que estos colectivos organizados tienen cotidianamente para poder trabajar y sobrevivir en el tiempo.
Leyenda de la Foto: el 10 de marzo del 2021 se a realizó una manifestación pacifica frente a la Defensoría de los Habitantes (DHR) en barrio México en San José. En el contexto de que la actual jerarca de la institución Catalina Crespo Sánchez, abiertamente homofóbica, diera por concluida la participación de la defensoría en el proyecto de prevención y atención al VIH. En la foto vemos a un grupo de chicas de la asociación Transvida manifestándose.
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