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Luis Rojas Herra
Mi posicionamiento como investigador académico abiertamente homosexual es que la academia debe ser un espacio para la producción y visibilidad de conocimiento no hegemónico con el objetivo de potencializar la práctica pedagógica horizontal como herramienta del cambio social. Estas herramientas deben ser accesibles para las personas con las que trabajamos los procesos de investigación y no para alimentar egos de la academia.
En este contexto de posicionamiento pedagógico militante y crítico, es el catalizador del proyecto de investigación: Cuerpos y territorios indómitos: cartografía disidente Josefina, cuyo proceso se guía desde el CICDE. En términos generales es un proyecto sobre espacio público y diversidad sexual que trata de incluir un enfoque decolonial y interseccional, en ese sentido es un proyectó critico de las mismas prácticas de producción de conocimiento que la academia valida. De ese mismo proceso crítico nace el carácter inter-trans-disciplinaria de la investigación.
Por esta forma de ser concebido es precisamente que utiliza herramientas y técnicas de investigación que no son tradicionales en ciencias sociales. El proyectó utiliza una metodología participativa afectiva y horizontal que incluye herramientas de investigación como la cartografía y la objetografía.
El eje transversal del proceso de investigación es el urbanismo Cuir o desde la perspectiva de la diversidad sexual. Que cuestiona también la forma de hemos venido gestionando nuestras ciudades, desde una lógica homogénea, funcional, heteronormativa y neoliberal propia del movimiento modernista capitalista y patriarcal. Ya que esta lógica construida como hegemónica es la causante de las mayores desigualdades en términos de justica espacial de nuestros centros urbanos.
Durante más de 4 años, hemos venido cartografiando los espacios gestionadxs por personas que se enuncien desde la disidencia por identidad y orientación sexual no hegemónica. Este grupo de ciudadanes sexualmente diverses se han agrupado en diversos colectivos para reclamar y acceder a bienes y servicios públicos de la ciudad, que son derechos inherentes para cualquier otro ciudadano de primera clase, pero que por su condición de ciudadanía de segunda clase o ciudadanía sexualmente diversa no ha podido acceder de manera equitativa.
Hasta el día de hoy y dentro del proceso de investigación hemxs desarrollado dos enfoques que son la guía principal para el desarrollo del proyecto:
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Primero, conocer las iniciativas urbanas para acceder o garantizar el cumplimiento de los derechos de ciudadanes sexualmente diverses, conocides como LGBTIQ+.
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Segundo, conocer los procesos participativos para el fortalecimiento de tejido social en comunidades vulnerabilizadas conocidas como LGBTIQ+.
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Generar herramientas de autonomía y representatividad para la participación ciudadana de comunidades vulnerabilizadas conocidas como LGBTIQ+.
Al día de hoy contamos con diversos productos que pueden encontrar en publicados en distintos espacios de visibilidad tanto del ámbito formal (academia, museos, instituciones gubernamentales, galerías de arte) como del ámbito informal (agrupaciones de sociedad civil). Otorgándonos distintas distenciones en el recorrido por algunas de estas instituciones como el segundo lugar en investigación en la II Bienal centroamericana del Paisaje realizada en México en el 2016, segundo lugar en el II encuentro de mujeres ingenieras, arquitectas y agrimensoras 2015 y segundo lugar en el II encuentro de mujeres ingenieras, arquitectas y agrimensoras 2017 ambas actividades organizadas por el Colegio Federado de Ingeniaros Y arquitectos (CFIA).
Convencidos de que la producción de conocimiento debe replantear la forma en la que gestiona sus procesos hacia una manera más afectiva e inclusiva, muchos de nuestros productos entregables de los distintos procesos de investigación son alternativos o no tradicionales dentro de la Institucionalidad. De ahí nuestro interés de gestionar productos que permitan experimentar y construir nuevas narrativas para visibilizar problemáticas desde un enfoque de respeto y reivindicación para las personas de una minoría por identidad y orientación sexual.
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Backtori Golen Zúñiga
María Alexandra Medina Hernández
Reivindicar el derecho de las mujeres a la tierra pasa por reconocer el territorio como un espacio vivo, en el cual se producen y reproducen relaciones sociales, económicas, políticas y culturales.
Las mujeres del campo deben enfrentarse a un contexto donde el modelo económico crea cada vez más condiciones apremiantes para las familias agricultoras, ya que promueve lógicas de producción agraria basadas en la explotación de los recursos y personas; además, deben hacer frente a las dinámicas patriarcales que se reproducen en las instituciones estatales y en sus propias comunidades y familias.
Aunado a esto, los estudios feministas, que se sustentan en visiones occidentalizadas promueven estrategias como el emprendedurismo como solución para asegurar la sobrevivencia de las mujeres que viven del trabajo de tierra, pero estas estrategias se basan en modelos de desarrollo capitalistas y colonialistas, no se guían por las cosmovisiones, las perspectivas de producción y de satisfacción de necesidades de las mujeres y sus familias, sino en lógicas agro productoras neoextractivistas que van marcando la pauta sobre los alimentos o derivados que resulten más rentables para ser exportados o encadenados con grandes compañías de alimentos.
Estas propuestas productivas demandan competitividad por lo que conllevan prácticas intensivas que generan agotamiento de los suelos y la introducción del uso de agroquímicos que degradan el paisaje natural, pues se filtran hacia los mantos acuíferos y reducen la flora y fauna nativas. Es necesario establecer que el derecho a la tierra implica el derecho a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, así como el derecho a la soberanía alimentaria y a mecanismos de comercialización que se sustenten en una economía solidaria.
Abrazar la autonomía de las mujeres del campo implica partir del reconocimiento de sus derechos humanos en lo político, económico, social, cultural, y ambiental: es el derecho a tomar decisiones sobre sí mismas, sobre su realidad, su territorio, su alimentación, sus ciclos de producción y reproducción de la vida.
La complejidad existente en la distribución del trabajo productivo y reproductivo de las mujeres en el campo se escapa a las formas de pensamiento que fragmenta la realidad cotidiana entre público y privado para comprender espacios de trabajo pago y no pago, es por ello que las propuestas productivistas y microempresariales violentan sus modos de vida, su ambiente, su salud, sus cosmovisiones, cuando pasan a imponer ritmos, cultivos, químicos, lógicas de trabajo que trastocan la vida rural.
Históricamente, las instituciones de Costa Rica que por ley están encargadas de la política agraria y distribución de la tierra, han existido limitaciones estructurales para registrar según sexo la asignación de las titulaciones de los terrenos (familiares, en copropiedad e individuales), así como para dar un seguimiento a los movimientos que se hacen de las mismas, ya sea en el mercado (mediante la compra, la venta o la hipoteca) o a nivel familiar mediante la herencia. Actualmente, a parte del Censo Agropecuario de 2014, no hay otra base de datos que brinde información cuantitativa sólida en torno a la cuestión de las mujeres rurales.
Es indispensable comenzar a incorporar indicadores de genero con perspectiva feminista para construir, tanto las bases de datos de las instituciones que formulan y ejecutan políticas sociales del sector agrario, como los diversos instrumentos estadísticos para dar cuentas de la realidad agropecuaria. Este tipo de información puede brindar insumos sobre las mujeres rurales que visibilicen sus aportes al mundo agro productor, así como a la economía familiar y comunitaria, además, tienen el potencial para recuperar información para identificar las necesidades e intereses de las mismas.
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