M.Sc. Luis Alonso Rojas Herra
Cuando hablamos de homofobia institucional nos referimos todas aquellas formas tangibles e intangibles en que los diversos organismos gubernamentales discriminan sistemáticamente a una persona, principalmente funcionarios, por su orientación o identidad sexual distintas a las heterocisnormativas.
El reconocimiento de que en toda estructura organizativa institucional existen prácticas homofóbicas naturalizadas es un primer paso para la transición a un modelo organizacional más respetuoso de la diversidad. Si no existe ese reconocimiento sincero de las autoridades se va continuar perpetuando y proyectando una idea falsa de que nuestra institucionalidad es libre y respetuosa de las diferencias. Esta transición se logra con un verdadero compromiso ético y moral de las autoridades institucionales.
Cuando las distintas autoridades y jefaturas institucionales guardan silencio y no accionan ante actos de discriminación ejercidos a hacia algunxs de sus funcionarixs LGBTIQ+ no solo se convierten en cómplices de esa violencia, si no que propicia la gestión de un espacio inseguro para los funcionarixs LGBTIQ+., espacio donde otrxs funcionarixs se sienten empoderadxs de poder ejercer discriminación a otrxs compañerxs de trabajo LGBTIQ+ ya que su propia jefatura inmediata guarda silencio.
La censura, la invisibilización, el hostigamiento laboral y cualquier actitud física o verbal que vulnere la dignidad del empleadx LGBTIQ+ son formas de discriminación que están naturalizadas en estos contextos institucionales.
La primera señal de que una institución recurre a prácticas homofóbicas interiorizadas institucionalmente es la ausencia de una ley o política construida por la propia institución que proteja a las personas LGBTIQ+ contra la discriminación. La ausencia de una política que guie u oriente a todxs sus funcionarios a un compromiso ético y moral en común: Erradicar la violencia por discriminación sexual.
Una actitud de resistencia generalizada y el poco o nulo interés de las autoridades institucionales por gestionar una política institucional de este carácter es una segunda señal de que la discriminación contra personas LGBTIQ+ es sistemática, naturalizada y cotidiana.
Toda política institucional contra a la discriminación por diversidad sexual debe comprender los recursos jurídicos, financieros, humanos y materiales para poder cumplir y mantener sus objetivos a corto, mediano y largo plazo, de lo contrario sería un conato o intento fallido. Además, esta política institucional debe dialogar sobre los intereses colectivos, desde el respecto y la reivindicación, de este grupo históricamente marginalizado. Una política institucional por y para personas LGBTIQ+.
Toda institucionalidad que se haga llamar libre de discriminación está en obligación de atender de manera adecuada las necesidades particulares de la población LGBTIQ+. dentro de sus espacios de trabajo. Y, por lo tanto, generar datos estadísticos que evidencien cuantitativamente cuales son estas necesidades particulares que expresa esta población y la cantidad de personas LGBTIQ+. Que trabajan para su estructura y las condiciones en la que laboran.
Toda institucionalidad que se haga llamar libre de discriminación debe velar que sus funcionarios LGBTIQ+ tengan las condiciones laborales mínimas estables: código o propiedad, salarios competitivos y sus respectivas compensaciones, jornadas de laborales completas. De lo contrario se estaría recurriendo a reproducir las condiciones de explotación y extractivismo que históricamente han estado relacionadas las violencias que se ejercen hacia las personas LGBTIQ+.
Toda institucionalidad que se haga llamar libre de discriminación debe contar con un comité de diversidad en condiciones laborales dignas y financiamiento, que proponga espacios de capacitación y formación en temas relacionados a erradicar la violencia por discriminación sexual institucional. Estas iniciativas deberían estar presentes durante todo el año y ser ofrecidas para todas las instancias de la organización.
Toda institucionalidad que se haga llamar libre de discriminación debe celebrar desde la reivindicación el mes de junio en conmemoración de la despatologización de las personas LGBTIQ+. Organizar actividades, sin presupuesto y bajo la sobre carga laboral únicamente para este mes, es explotación laboral y asistencialismo.
La institucionalidad nunca va estar lisa para enfrentar estos temas, y debe tener claro que no nos corresponde a las personas LGBTIQ+ funcionarias llevar esa carga. Las acotaciones que acá se exponen deben ser un compromiso ético y moral de la institucionalidad y sus respectivas jerarquías. La Institucionalidad en el contexto político actual de un gobierno fundamentalista y liberal, está en peligro y compromete la salud física y emocional de las personas LGBTIQ+.
Quiero finalizar con un par de preguntas que inviten a la reflexión más que al señalamiento. ¨Comunidad unediada¨ ¿Cree usted que la UNED es un espacio libre de discriminación? ¿Es usted de los que se autodenomina aliadx? ¿Qué ha hecho para cambiar esta situación?
Acciones de visibilización institucional. La iza de la bandera de la diversidad en conmemoración del 17 de mayo año 2019. Fuente Facebook del CICDE.
Licda. María Alexandra Medina Hernández
Todo investigador o investigadora tiene su historia. No entramos a un área temática de estudio con una mente y un cuerpo en blanco, por el contario, cargamos con una experiencia previa. No solo nos sustentamos en una base teórica, en nuestras carreras base y nuestras actualizaciones curriculares, tenemos, como seres humanos, una serie de antecedentes que no aparecen en una hoja de vida, ni en los artículos científicos publicados. Esa humanidad también está en constante actualización, a lo largo de nuestra vida y de nuestro trabajo profesional.
Sentarse frente a la computadora a pensar, leer y redactar. Revisar los escritos y productos para entregar. Estudiar la producción intelectual de otras personas en artículos, ensayos, periódicos y archivos. Analizar entrevistas. Todo esto podría sonar como un quehacer mecánico. Ciertamente necesitamos estructura y disciplina, pero la investigación social no solo es poner en práctica un conjunto de instrumentos, escribir resultados y entregar productos. Implica creatividad, recursividad, compromiso ético y político, interés por las complejas interconexiones que existen entre las condiciones sociales, políticas, económicas, ecológicas, culturales, donde la historia de cada investigador posibilita una mirada del mundo desde diferentes ángulos, creando un puente que permite una conexión con realidades y mundos, fluir entre el sujeto que se es, y la otredad.
Quien investiga también se encuentra en una trayectoria de autodescubrimiento personal e intelectual en este contexto sociocultural en el que creció y se socializó ¿Cómo saber quiénes somos como investigadores/as sociales si nos quedamos con nuestros primeros conocimientos y cerramos entre muros de miedo nuestra propia mente impidiendo la expansión de la sensibilidad social que también traemos con nosotras/os?
En esa historia que cargamos como seres sociales que somos, algunos estereotipos, sesgos, cegueras parciales ante contextos e historias de grupos sociales nos son desconocidos, por eso, al trabajar con un equipo donde prevalece la diversidad, es posible constantemente aprender a revisarse, cuestionarse, y capacitarse en lo que nos parece tabú, extraño, difícil de entender; o que por el contrario, nos pueden parecer normales y naturales, pues venimos de culturas machistas, adultocéntricas, eurocentristas, homofóbicas, antropocentristas, donde se validan ideas y prácticas violentas, por lo que parte de nuestro trabajo es seguir cuestionándonos y cuestionando las formas en que estas y otras violencias se han reproducido en el mundo y en la vida cotidiana de las personas.
Cada persona en la academia toma caminos de indagación distintos y avanza en su proceso, aprendiendo tanto de sus aciertos como desaciertos, haciendo conexiones, deducciones, hipótesis, develando historias ocultas por las narrativas hegemónicas para traer al papel respuestas nuevas y propuestas a las personas, comunidades y organizaciones con las que trabaja. Pero ese camino de indagación sin incomodarse por los hallazgos de injusticias y violencias que encuentran otros y otras académicas en su proceso, evita el crecimiento en común y segrega las áreas de trabajo como si fueran mundos distintos, cuando en realidad no siempre es así. Como seres humanos tenemos valores, creencias, prácticas, emociones, por ello, es necesario incomodarse para hacernos cargo de nuestro desarrollo personal, porque un gesto, un chiste o un comentario pueden romper esos vínculos con las poblaciones que confían en nuestro trabajo.
Como profesionales, somos más que productores/as de artículos y de textos académicos, pero estos medios son nuestra carta de presentación al mundo, así como de las poblaciones con las que trabajamos, por ello, deben crearse como puentes de diálogo que sensibilicen sobre las realidades de estas poblaciones y aporten a traer abajo murallas que se interponen en la creación de una de mejor versión de sociedad y planeta para todos los seres que le habitamos.
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